Las aventuras: el inicio

Ya sea épica, fantástica o de cualquier otro tipo (realista, costumbrista, incluso poética… sigo sin saber cuántas categorías hay), “El Libro Lacre” es un libro de aventuras. No hay duda.

Así lo concebí, con todas sus particularidades. Y así espero que sea —y se recuerde, si hay suerte— cuando concluya.

Hoy, por cuestiones varias, me pregunto cómo se inician las aventuras. Su génesis, ya sea casual, perseguida o determinista. Al pensar sobre esta cuestión, más allá de las vivencias propias, siempre me viene a la cabeza la inigualable manera en que se inicia la aventura de “El hobbit”. Una conversación acerca de algo tan trascendente como el significado de la frase «Buenos días» entre dos desconocidos, que resultan no serlo tanto, termina, tras una comilona caótica y magnífica —buen comienzo para casi todo—, con una aventura indeseada que termina convirtiéndose en imprescindible para su protagonista. Claro que a eso se arriesga uno cuando trata con un mago…

En la vida no es igual, claro. Por de pronto los magos no son tan frecuentes. Pero las aventuras siempre están ahí. Todos las hemos vivido. Todos queremos seguir viviéndolas. Solos, o acompañados de los mejores. Siempre imposibles hasta que las acabamos. Aterradoras algunas. Decepcionantes otras. Quizá no tengan la categoría épica del libro que acabo de citar, pero nos lo parecerá porque nuestra aventura siempre será la más importante e inmarcesible de todas. Y, cuando no nos lo parezca, ahí estarán para nosotros las demás, las escritas, las que nunca duermen. Podremos tirarnos de cabeza a ellas y convertirnos en el malvado, en el héroe, en el secundario de lujo o en el simple pero imposible de olvidar gerente de un peligroso prostíbulo que tiene más sabiduría en uno de sus escasos pelos que la que nunca tendrán los que se dicen protagonistas, con su alma y valor libres de mácula. ¡Qué odiosos son a veces los protas!

Feliz inicio de aventuras. Felices lecturas.

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Eduardo Noriega

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Natural de San Vicente de la Barquera, Cantabria, de las leonesas tierras del Órbigo y de otras partes del mundo por donde he ido dando tumbos…

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