No hace tanto (o hace un mundo, según la edad de cada uno), había que pasar el visto bueno de alguien llamado “censor”, para ser considerado digno de impresión. Lo que muestra la foto es la demostración de que habíase superado el examen: Nihil Obstat = Nada que oponer.
No le echemos solo la culpa a la Iglesia, aunque tenga su parte. Multitud de gobiernos, alianzas y credos a lo largo de la historia han censurado libros y otras expresiones artísticas que nunca debieron toparse con ese freno. Solo con mencionar “La Regenta”, de Leopoldo Alas, una de las mejores novelas que he leído, quizás la mejor en castellano del siglo XIX, censurada por algo tan diabólico como mostrar una ficción con triángulo amoroso en el que uno de sus lados era un sacerdote, podemos hacernos una idea. “El origen de las especies”, “Lolita”, “Rebelión en la granja”, toda la obra de Cortázar, “Alicia en el país de las maravillas”… la lista es interminable. Pensad que libros como “1984” pudieron no ver nunca la luz. Dato curioso: incluso Camilo José Cela, que fue censor por un tiempo, vio coartada “La Colmena”. De locos.
En un tiempo en el que la libertad de expresión no vive su mejor momento, como tampoco lo hacen el respeto, la calidad o el buen gusto (aunque puestos a escoger lo tengo muy claro), reflexionar sobre esto merece sin duda una pizca de nuestro tiempo.
Ya sean censuradas, censurables o libres, felices lecturas.
