Día mundial del teatro y los teatreros

Hoy el ordenador me avisa que es el día mundial del teatro. Hagamos un homenaje a Lenn, el más comediante de todos.
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Los que conozcáis algo mi obra sabéis que Lenn es el único personaje de todas la novelas del Libro Lacre que resulta simpático a todo el mundo. Es valiente y cobarde, es sabio e ingenuo, es conquistador e inocente y es… poeta y trovador, no sólo de profesión, sino también de vocación. Y sabe tanto de teatro, que su vida es una tragedia.

En aquella época y en aquel lugar, ser poeta era profesión de riesgo. Se arriesgaban a tener que nomadear de un lugar a otro en busca de público. Se arriesgaban a representar sus actuaciones ante un público paupérrimo que seguramente no podría pagar ni una sola de sus canciones. Se arriesgaban a ser tomados como mercachifles de los que cualquiera podría abusar.

Mucho riesgo y poca recompensa. O tal vez no…

Porque, a cambio de tanta penuria, vivían algo parecido a cultura en un mundo donde esa palabra era tan conocida como hoy lo es la lista de los reyes godos. Representaban, en sus teatros o en la calle, obras que hacían que algún niño iluminase su rostro al ver cómo un heroico caballero moría rescatando a su dama de un dragón y cómo ella huía del monstruo en su hermoso caballo blanco. Declamaban poemas de bellas palabras con voz tan potente que ni los rebuznos cercanos podían ocultarlos. Tañían instrumentos misteriosos que regalaban música maravillosa a oídos acostumbrados nada más que a escuchar llantos.

Y Lenn, uno de mis personajes favoritos (¿a quién quieres más, a Papá o a Mamá?) del relato, forma parte de ese mundo. Se dirigía a una feria de trovadores cuando cruzó sus pasos con un aferruzado mago, con mal genio y un perro enorme. De no ser porque salvaron su pellejo de unos bandidos (Mandi, Bul y Lars, no puedo evitar repetir el primer juego de palabras del libro), de seguro que Lenn no hubiera unido su destino al suyo.

El resto es historia, historia de Homeria.

El caso es que, en este día, Lenn sería uno de los más felices hombres sobre nuestra tierra. Esta tierra también plagada de desgracias, también dominada por ambiciones más peligrosas cuanto mayor tamaño del botón a pulsar, que celebra cada día alguna fiesta de lo más variopinto.

Porque tenemos días mundiales para aburrir: día mundial del retrete (19 de noviembre), del infiel (13 de febrero, un día antes de haber demostrado lo enamorados que estamos todos), del hijo de en medio (12 de agosto), de leer a Tolkien (el 25 de marzo, con este no puedo sino estar de acuerdo), de los calcetines perdidos (9 de mayo) o de hablar como un pirata (19 de septiembre). 

Aunque parezca que estoy inventándolos, como si fueran festejos a celebrar en la Homeria de mis entretelas, son tan reales como el reguetón o los tertulianos, aunque mucho menos nocivos para la salud. Hay tantos que, si fuera más activo en esta web, podría escribir una entrada cada día nada más que acerca del día mundial que se celebra.

Otra cuestión es la relevancia que cada uno creamos que tienen estas celebraciones. Hay alguna de la que no se deja de hablar durante semanas antes de que llegue, con las más diversas interpretaciones y, tan pronto acaba, se arrincona hasta el año siguiente. Tengo la impresión de que mucha gente olvida que estos días existen precisamente para que todos seamos conscientes de lo que se recuerda y de que deben ser recordados y actuar en consecuencia. 

Más sobre el día mundial del teatro y los teatreros:

Lenn, hoy, 27 de marzo, digo yo que sería feliz. En primer lugar, porque lo es casi siempre. De todas mis creaciones, es quien más tarda en sucumbir al pesimismo o la tristeza. Además, porque podría desarrollar su arte con más libertad y, a todo el que se quejase de las voces, nada más que decirle «Eh, cierra la bocaza, que hoy es mi día». Y, por último, porque podría juntarse en el mismo sitio con dos de sus pasiones, las artes escénicas y sus amigos. Su teatro.

Cuando leáis la siguiente (y última, lo prometo) entrega de las peripecias de nuestros amigos con su librito por Homeria, veréis que hay dedicado a Lenn, a su mundo, al teatro y las canciones, un protagonismo que llevaban muchos capítulos reclamándome.

Que tengáis muy buen día todos los amantes del teatro (por cierto: según las redes viperinas también lo es de la paella, al parecer; no sabría decir cuál me gusta más) y que lo tengas tú también, Lenn, allá donde estés.

Felices lecturas. 

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Eduardo Noriega

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Natural de San Vicente de la Barquera, Cantabria, de las leonesas tierras del Órbigo y de otras partes del mundo por donde he ido dando tumbos…

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