El cambio

El cambio es de esas cosas que nos define, nos altera, nos atemoriza, nos reconforta… podría seguir por un párrafo mucho más largo, pero como inicio, esto es suficiente.
220905 el cambio

¿Qué me ha hecho reflexionar sobre el cambio? Como tantas veces, un vistazo por el mundo. Esta mañana estaba estrenando mis primeras horas de holganza y los pies me llevaron a uno de mis paisajes favoritos. He escrito sobre él en numerosas ocasiones. Pero como no temo recaer en mis vergüenzas si estas me son placenteras, reincido.

Allá por julio del 19, el Diario Montañés, publicaba, en su edición en papel, una reflexión de quien suscribe, acerca de la belleza, la subjetividad y los paisajes de mi tierra. La titulé, en una muy poco modesta expresión de orgullo, «El banco más bonito del mundo».

Hoy, al final del descenso, cuando el olor a sal inundaba ya mis narices, entre furgonetas foráneas y gritos de gaviota, advertí disgustado que el banco que esperaba volver a disfrutar ya no estaba. Un cambio. En este caso, muy poco agradable. En las imágenes que adjunto puede verse la diferencia, nítida como la luz litoral de este verano que agoniza.

¿Qué sucedió con aquella maravilla en la que mi culo reposaba de tanto en tanto, disfrutando al tiempo del tiempo de reposo, del paisaje y de una mínima sensación de clandestinidad (ese lugar es propiedad privada, y no debería estar ahí, hubiera banco o no)?

Apostaría mi mano derecha a que mis palabras publicadas no tuvieron nada que ver con su desaparición (en el mundo globalizado de hogaño no es raro que el nacimiento a la notoriedad de algo conlleve un exceso de interés, de visitas y, al cabo, su muerte) porque, para mi fortuna o desgracia, no tengo tanta audiencia. Ignorante como tantas veces en tantas materias, solo puedo presumir que su falta se debe simplemente a la natural evolución de todo: al cambio.

Envejeció más (o mal), se rompió, estorbaba… ¿quién sabe? El único hecho cierto es que ya no está.

Más sobre el cambio:

Es entonces cuando caigo en que mi historia (esta que intento compartir con el mundo, ahora mismo con su tercer tomo) también trata del cambio. En Homeria se está desarrollando una contienda que, además de entretenidas aventuras desglosadas en las páginas, conlleva un cambio en su sociedad, en sus mapas y en sus gentes.

Es una desgracia, pero todas las guerras acarrean cambios. Algunas, pese al oxímoron que significa la comparación del fin y el medio, incluso traen consigo cambios que solo pueden calificarse como beneficiosos. Cuando finalice la guerra entre familias primero, entre territorios después y entre modos de ver la vida en último término, la Homeria que quedará habrá cambiado tanto que quizá incluso merezca otro nombre.

Las fronteras también sufrirán cambios, es evidente. El esfuerzo que supone para mí cada uno de esos mapas que acompañan al texto, se convertirá en papel mojado, cuando tenga que redibujar muchos de ellos. ¿Seguirán las Montañas Heladas marcando la frontera entre los territorios de Otonomia y Furtivelia? ¿Continuarán las Tierras de Nadie perteneciendo a nadie?

Mis novelas también hablan, sin mencionarlos, de otros cambios: los de sus personajes. Ninguno de ellos terminará la historia sin cambios de relevancia respecto de quienes eran cuando comenzó la narración. Es algo que me resulta notablemente complejo, pero que he intentado desde la primera página. Los cambios en los personajes han de mantener viva su esencia, pero al tiempo han de constatar una evolución en ellos que no puede sino darse teniendo en cuenta que todo aquello que los rodea también muta de tan notable manera.

Por cambiar, cambia incluso su autor. El Eduardo que inició la novela no es el mismo que la terminará. Cambio.

La idea de cuál sería el desarrollo y el final del relato que llegó a mi mente enferma allá por los noventa ya no es la que resiste, todavía y como siempre, al invasor y al tiempo. Cambio.

La editorial de la primera entrega no es la misma que ofrece al mundo las demás. Cambio.

Después de innumerables discusiones (algún día escribiré sobre eso) en busca de poder poner a los libros un precio lo más asequible posible para aquellos lectores que no conozcan a Eduardo Noriega, el precio que logré al inicio no es el mismo que el actual. Cambio.

No soy ni el primero ni el más acertado autor que reflexiona sobre algo tan mudable, eterno, constante y presente como el cambio. Ni seré el último. Porque todo seguirá cambiando.

Felices lecturas.

Picture of Eduardo Noriega

Eduardo Noriega

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Natural de San Vicente de la Barquera, Cantabria, de las leonesas tierras del Órbigo y de otras partes del mundo por donde he ido dando tumbos…

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