Día del Libro… uno más

Parece mentira, pero este es ya el cuarto Día del Libro al que rindo homenaje en mi humilde templo de las palabras.
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También es curioso que, después de mi entrada anterior loando a los libreros, dedique hoy estas letras a algo tan relacionado con ellos como es el Día del Libro. Pero es que con esto me pasa como con mis creaciones. En ocasiones no es mi yo consciente quien decide hacia dónde discurren mis textos. Son la casualidad, el calendario, o cualquier otra carambola las que guían mis dedos sobre el teclado.

Así ha pasado hoy: un día son los libreros y al siguiente es su mayor fiesta: el Día del Libro.

En 2019, el Día del Libro fue para mí, y así quise transmitirlo, el día de celebración de la lectura que siempre es, confirmando además el inicio de mi singladura en este mundo de la literatura de forma activa. Fue el primero que recordé aquí.

En 2020 os hice partícipes de mi lamento por no poder seguir mi costumbre de comprar un libro en este día. Fue por una cosilla por entonces recién descubierta, llamada Covid-19. No sé si la recordáis. La reclusión obligada por esa cuestión, mantenida de una u otra manera todavía hasta hoy, obligó a que la celebración, ese año, fuese poco más que una pantomima. No hubo casetas, no hubo baratillos, no hubo librerías engalanadas… no hubo alegría.

Tanto fue así que, cuatro meses después, se hizo un sucedáneo de Día del Libro en julio. Algo muy extraño incluso para alguien que ya de por sí es raro pero que, si sirve para extender el uso del libro, no puede ser sino bienvenido.

En 2021, obstinado (alguno dirá que también cargante) como siempre, os recordé en esta fecha lo maravilloso y entretenido del mundo literario. Aproveché, ya que estaba por ahí, para recomendaros salir a la calle y comprar alguno, haciendo de mi costumbre particular una recomendación de interés mundial.

Ese fue el año en que tuve el honor de participar en un evento de firmas de mi obra en la Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro, poco un tiempo después. Sin celebrarse esta feria en el Día del Libro hace ya muchos años, tuvo su origen en esta reputada fiesta y, para mí y mis libros, fue una experiencia inolvidable. Ojalá se repita.

Más sobre el Día del Libro:

Y llegamos a 2022.

El Día del Libro me sorprende este año, por no cambiar, en otro paradero diferente. Es lo que tiene la vida del ingeniero en parte dedicado a hacer realidad las obras públicas: que migra allí donde estas se están ejecutando. Esta vida de viajero a trozos es uno de los regalos que el azar me ha concedido y por los que más agradecido estoy.

En realidad, es igual. Puede celebrarse el día del libro aquí con un simple cartel en la librería del pueblo (por cierto: ¡qué cantidad de librerías hay en este pueblo!). Puede celebrarse allí con una solitaria caseta en la plaza. O puede celebrarse acullá con todo un parque o avenida llenos de puestos callejeros exhibiendo libros cual mercadillo semanal de verduras, zapatillas y bragas, con lecturas de obras o con firmas de libros por autores anónimos o celebérrimos. En todos esos lugares, el 23 de abril, el espíritu del libro, que es el espíritu de la Ilustración, siempre nos sobrevuela y nos contamina con su magia.

En este día, la caja donde guardamos esos libros viejos o la estantería donde se exhiben a la espera de ser tomados para aquello para lo que nacieron, se cobran el protagonismo por el que penan el resto del año. En este día, los libros son el elemento decorativo que se transforma en sostén del edificio. Los libros mandan, brillan con luz propia y hacen suya la casa. Cualquier casa. Todas las casas.

Los recién llegados hoy han sido trillizos, muy diferentes entre sí, pero con el mismo cumpleaños para mi librería. Uno es un clásico de esos que están en el debe de nuestras lecturas desde siempre y que se ha visto al fin satisfecho. Otro es de los que perpetúa una afición ya antigua, de autor conocido y disfrutado. Una compra segura. Y finalmente, una prueba, un nuevo descubrimiento, influenciado por este destino en el que me hallo y que quién sabe si se convertirá en otro de mis favoritos.

Además, para mí, este Día del Libro es también el anterior al día en que vea la luz la tercera entrega de la saga de El Libro Lacre, que espero pueda ofreceros a no mucho tardar. Por avanzar algo, ahora mismo está creciendo ya en las tripas de la editorial, a la espera de nacer con forma de criatura real, con sus páginas, su cubierta y mi ilusión. No debería haceros esperar mucho más. ¿Un mes, quizá?

Mundo que sufre, mundo feo será hijo del Día del Libro 2022. ¿Quién sabe si para el siguiente estará en los tenderetes que celebran el aniversario cervantino a lo largo y ancho de todo el mundo? Solo en vuestra mano, lectores, está que eso sea una realidad o una fantasía como estas con las que trato de amenizaros vuestros ratos de calma.

Feliz Día del Libro. Felices lecturas.

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Picture of Eduardo Noriega

Eduardo Noriega

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Natural de San Vicente de la Barquera, Cantabria, de las leonesas tierras del Órbigo y de otras partes del mundo por donde he ido dando tumbos…

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