Ayer me he enteré por ahí de que se cumplía el centenario del nacimiento de Delibes (se me olvidan los aniversarios cercanos, como para recordar otros…). Grande. Muy grande. Y no lo escribo por quedar bien. No suelen preocuparme esas cosas.
Recuerdo caminar en soledad, con Magdaleno en la mano, por la Castilla y el León inmensos que él retrató tan bien, y pensar en un hombre paseando por aquellos mismos lugares. Tal vez lo hiciera con una escopeta al hombro o un bastón en la mano, cogitando acerca de historias y personajes que más tarde plasmaría en sus relatos. Recuerdo también sentir envidia. En un terruño tan dado a la envidia como este nuestro, la de aquel día es de la menos mala. Al describir muchos de los parajes de ”El Libro Lacre”, quizá soñé llegar a ser como D. Miguel: uno de los mejores a la hora de plasmar negro blanco negro una tierra y los personajes que la hollan, la padecen, la gozan y, en definitiva, conforman principios de historias que acaban siendo grandes novelas. Como las suyas.
Felices lecturas.