Nuestra sociedad es tan desalmada que les ha dicho que nunca alcanzarán para ellos mismos, por más que se esfuercen, el bienestar que sus padres les procuraron mientras vivían en casa. Una de las crueldades (del mal llamado “primer mundo”, claro) que nos llegan a través de las ondas y la fibra, tan real como mentirosa.
La Naturaleza no ha sido tan generosa en dones con Beatrice como con Mandoline. ¿Cómo se siente una joven, juzgada por los demás casi exclusivamente por su apariencia (algo demasiado actual), al saber que nunca alcanzará a rozar siquiera la hermosura que su a su madre le sobra? Incluso a mí me sucedió: escogí a la condesa para la portada. Ella ni se me pasó por la mente para ello (aunque por otras razones). Pero esto es así solamente en apariencia. Si mis personajes crecen, se relacionan y mutan, el suyo es uno de los que más lo hace. ¿O tal vez no cambia tanto y solamente lo hace la manera en que el lector se fija en ella? ¿O la manera en que yo la escribo?
En todo caso, Beatrice es una joven (para nosotros, una mujer ya en Homeria) que, sin quererlo, pero perfectamente consciente de cuanto hace, se enfrenta a las convenciones de su mundo. Usa para tal fin las armas que cree más adecuadas y poco a poco, apenas sin advertirlo, va ganando en su lucha.
Con vosotros, gracias a https://www.facebook.com/angelzel.zelote, Beatrice, hija mayor de los condes Mongaut. Felices lecturas.