Aliviado de la carga de la organización de la presentación de «Epílogo en sangre», gracias a la tarea de Carlos y el resto miembros de la Asociación de Vecinos San Antonio SVB, mi llegada fue mucho más tranquila que en otras ocasiones similares. Una vez resuelta la pequeña contrariedad de la conectividad informática, solo faltaba aguardar al público, que llegó, puntual a su cita con las letras.
Amigos, conocidos y algún ilustre desconocido, lectores avezados y novatos en el universo del Libro Lacre, todos hallaron su sitio en la sala de la Casona del Cantón, para escuchar cómo el gran Fonso Sánchez (mil gracias, como siempre, Turro) convertía un monólogo del autor acerca de unos libros en una amena charla bicéfala de la que el público fue tan partícipe como deseó.
El Ayuntamiento de San Vicente, cedente del local, estuvo presente con varios concejales y la alcaldesa, Charo Urquiza, a quien conozco desde que formábamos parte de aquel grupo de colegiales que comenzaban su vida, y que me dedicó unas amables palabras de presentación. Gracias.
Más sobre la presentación de «Epílogo en sangre» en casa:
Como no puede ser de otro modo, hablar de mi obra es uno de los pasatiempos favoritos de mi ego de modo que, en casi cualquier circunstancia, esos momentos no podían ser otra cosa para mí más que de disfrute. Pero, compartirla además con alguno de mis más fieles lectores, con otros quizá futuribles y con varios de mis mejores amigos y miembros de mi familia, hizo de la tarde del sábado un momento que será difícil de olvidar.
Como dije en mis primeras palabras en la sala, antes de entrar en materia y contar algunos secretillos de cómo fueron concebidos Homeria y sus alrededores en mi cabeza, es difícil de imaginar un mejor modo de hacer que esta saga haga su entrada definitiva en el mundo literario, tras el bautismo con el primer tomo, cinco años atrás en el auditorio, y la conclusión ayer con «Epílogo en sangre», ambos en mi casa, en San Vicente de la Barquera.
Cuando los bostezos amenazaban con comenzar a aparecer y sentí que no podía seguir hablando sin desvelar lo indesvelable, fue el turno de leer un pequeño lujo que me permití en el libro, dando un origen de fantasía al nombre de un puente que todo barquereño conoce, por más alejado que ese origen lo esté de la realidad histórica. Muy divertido de escribir, os lo aseguro.
A continuación, se proyectó el booktrailer que os vuelvo a dejar aquí y que, como les sucede a los buenos tráileres que avanzan películas aún mejores, tuvo también su parte de éxito. Solo restaba ya añadir unos garabatos en la portadilla de unos cuantos ejemplares, que espero hagan disfrutar a sus lectores tanto como escribirlos hizo disfrutar a su autor. Se los llevaron calentitos bajo el brazo (¡alguno incluso se hizo con la saga al completo!), con mis mejores deseos y mi agradecimiento eterno.
No puedo desearos otra cosa, hoy más que nunca: felices lecturas.
