Los que noventa y nueve días de cada cien somos aburridos (¡ay de quien esté a nuestro lado el día centésimo!), nos agarramos a las tradiciones para no abandonar nuestra zona de confort. En esa idea, celebramos esas tradiciones, este Día del Libro, por ejemplo, como festejos obligados, una de las anclas a las que agarrarse para sentirse más vivo.
Para mí, este día es una tradición, una fiesta y una rutina, una maravillosa rutina.
Celebrar el aniversario de dos muertes, por más que sean tan celebérrimas como éstas, y más cuando la fecha viene empañada de un fallo histórico, como tantas otras efemérides, tiene su gracia. La glorificación del error, tan humana, tan estúpida.
En este 2023, casualidades de la vida, además del Día del Libro, se celebra en mi tierra otra fiesta, quizá la mayor de nuestro calendario. Por vagancias y circunstancias varias, no puedo acudir, pero me siento obligado a mencionar aquí a nuestra Folía, para que, aquellos que andéis cerca, sepáis que allí podréis disfrutar del Día del Libro mientras tomáis algo y admiráis en qué se convierte una villa marinera en el día de su Folía.
En todo caso, es un día para comprar libros, para leer libros y para recordar a toda esa gente que, desde el autor que lo gesta hasta el librero último que lo posa en tu mano, participan en la creación de un invento como este: el libro.
Entre todos los anteriores, citaré sólo a los que me han vendido el libro de hoy (los amables responsables de la librería Agrasar, de cuya entrada festejando el día en forma de semana os ofrezco este encantador detalle en la imagen que sigue), a mis dos libreros de referencia (la Tienda de Cristi y Babel) donde Fran y Marcos podrán guiaros en este mundo que es el suyo, mi editorial y alguno de los autores más cercanos a mí, como los grandes Lines o Luis, de quienes siempre extraigo tantos valiosos consejos como buenos momentos disfruto, en cada ocasión en que comparto algún rato con ellos.
Hay muchos más, claro, sin los cuales este Día del Libro no sería igual, o sin los cuales yo no estaría escribiendo esto, pero ésos son los primeros que acuden a mi rácana memoria. Para mí, el Día del Libro es el día de todos ellos, de todos los que son como ellos y de todos los que se acuerdan de los que son como ellos.
Más sobre el Día del Libro:
Hoy también es día para dar una noticia, quizá esperada, quizá irrelevante, quizá interesante y, desde luego, interesada. Estar terminando la tercera revisión del manuscrito del siguiente tomo de El Libro Lacre me permite anunciar que está virtualmente acabado y que, en breve, iniciaré el proceso de edición.
Como el título siempre es lo último en lo que pienso, no puedo adelantarlo. Solamente puedo avanzar, además de que en pocos meses estará disponible, que con éste (lo prometo) concluye la serie. Una trilogía parecía al principio inevitable, incluso adecuado. Una tetralogía puede estar bien. Una pentalogía, sin duda, hubiera sido excesiva.
Cuando termine esta fase fiscalizadora de mi propio texto, siempre tortuosa para mí, siempre necesaria, cuando de los consejos del ínclito Fonso y la muerte por agotamiento de mi búsqueda imposible de la perfección resulte la versión definitiva, no temáis: será en este foro donde lo daré a conocer al mundo.
Hasta que llegue ese día, nada más decir que estoy más contento de lo que nunca pensé con el resultado. Ojalá a los lectores les suceda lo mismo.
Feliz Folía y felices lecturas.
